En Colombia, ningún banco ni entidad tradicional financia la industria del juego. Los operadores lo saben: acceder a crédito para expandir una sala, modernizar máquinas o mejorar la operación no es tarea fácil. Por eso, durante años, el crecimiento del sector ha dependido casi exclusivamente del capital propio. Pero esa visión está cambiando.
Cada vez más empresarios entienden que pagar intereses no es un castigo, sino una herramienta para acelerar el desarrollo. En el lenguaje financiero, los intereses son simplemente el costo del dinero cuando este se convierte en movimiento, cuando deja de dormir en una cuenta y empieza a generar rentabilidad real. Lo importante no es cuánto se paga, sino cuánto se gana con ese capital en acción.
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