Es una pregunta que se plantea a menudo en las conferencias de juegos de todo el mundo, pero que no es tan fácil de responder, complicada por una renuencia casi universal de los gobiernos de Asia a hacer frente a la bala y buscar una industria de iGaming legalizada y regulada.
Con la excepción de las apuestas deportivas en Australia y Nueva Zelanda y varias loterías estatales, los juegos en línea regulados en Asia se limitan básicamente a Filipinas a través de sus plataformas POGO y PIGO, la primera de las cuales ha estado plagada de controversias en los años transcurridos desde su lanzamiento en 2016. De hecho, incluso los POGO con licencia, que pueden operar desde Filipinas pero solo pueden ofrecer juegos en línea a jugadores con sede en el extranjero (es decir, no en Filipinas), operan en un área gris en el mejor de los casos. Después de todo, si un operador brinda servicios a jugadores en países donde la prestación de dichos servicios está prohibida, entonces en realidad no está regulado en absoluto.
Por lo tanto, en la gran mayoría de Asia, sigue siendo ilegal brindar servicios de juegos en línea a los ciudadanos locales y, en muchos casos, es ilegal que esos ciudadanos también participen en ellos.
No es que esto haya impedido que los operadores o jugadores lo hagan. Dependiendo de a quién escuche, el mercado de iGaming de Asia tiene un valor de entre 20.000 y 40.000 millones de dólares al año, aunque sospecho que es mucho más que eso dado el tamaño de mercados como China e India.
También se informa ampliamente que solo el mercado ilegal de apuestas de cricket de la India tiene un valor de más de 150 000 millones de dólares estadounidenses al año.
A diferencia del modelo europeo, donde muchos países permiten la provisión de servicios de juego en línea por parte de operadores con licencia en jurisdicciones como Malta y la Isla de Man, no existe tal modelo en Asia y es probable que no se materialice en el corto plazo.
Como ejemplo de cómo los reguladores en la región de Asia-Pacífico ven las licencias de juego emitidas en el extranjero, me refiero a la conferencia Regulating the Game celebrada en Sydney en marzo, donde se preguntó a un organismo regulador en particular si pueden trabajar con los reguladores en lugares como Curaçao para rastrear a aquellos que brindan servicios ilegales a los australianos; la respuesta fue que ya era bastante difícil rastrear al propio regulador de Curazao, y mucho menos a los operadores que supuestamente supervisa.
La realidad es que, tal como está, parece haber poco interés por parte de los gobiernos en gran parte de Asia para regular los juegos en línea. En todo caso, la mayoría está aumentando sus esfuerzos para prohibirlo, dadas las recientes medidas enérgicas en lugares como China, Camboya y Australia. Y así, aunque los operadores y varios proveedores de la industria seguirán atraídos por las increíbles riquezas que ofrece el mercado de juegos en línea de la región, su futuro parece estar muy centrado en el mercado gris (o negro).
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