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LA ADICCION AL JUEGO SE INTENSIFICA CUANDO LAS PAREJAS QUEDAN SOLAS

Fecha de publicación: 2013-07-29
Los paisas que cayeron en la trampa consumista

La adicción al juego, se intensifica cuando las parejas quedan solas.

Cuando los hijos se van de la casa hay mujeres que evaden su sentimiento de soledad jugando al bingo y a las máquinas tragamonedas. Un problema que tiene solución. Hay en la vida de las personas momentos vividos como crisis. Con el nombre de “nido vacío” se define a la etapa en que los hijos se emancipan, se van a vivir solos o en pareja, de modo que debería producirse el reencuentro de la pareja. Durante muchos años el matrimonio estuvo abocado al cuidado de sus hijos y la vida de la pareja consistía en la vida de la familia.

Este momento de nido vacío requiere de un trabajo de duelo, de elaboración de las pérdidas que responderá a los mecanismos psíquicos con los que cuenta cada partenaire. En ocasiones este trabajo toma atajos, desvíos ocasionados por la imposibilidad de procesar y soportar la realidad actual, realidad que duele en demasía.

Un atajo: la ludopatía , uno de estos desvíos posibles es comenzar a ir a jugar, conducta que en muchísimos casos en las mujeres de mediana edad (aproximadamente entre 50 y 65 años) puede tornarse algo compulsivo.  En general la mujer elige el bingo y las máquinas tragamonedas. El bingo permite algo más social, al menos se encuentran alrededor de una mesa, charlan y circula la palabra.

La máquina evita lo socializado, la mujer necesita estar entretenida, pasar el tiempo y de paso, olvidarse un poco de su realidad actual.

“Tragaangustia”, con muy poco dinero se puede estar varias horas frente a la máquina. Se produce en el jugador un efecto de auto hipnosis. Hay una sobresaturación de estímulos que adormecen la voluntad. La persona no puede decidir dejar de jugar, sólo lo hace cuando pierde todo.

La máquina es sumamente adictiva. Las luces y los sonidos van invadiendo la psiquis del jugador produciéndole distorsiones perceptivas y metiéndose hasta en sus sueños.

En la máquina el jugador no tiene ningún contacto con otra persona, evita la palabra y la mirada, cosa que puede traerle “mala suerte”. La máquina no habla, no pregunta nada y cautiva en exceso a una persona que se siente vacía, deprimida y que no encuentra palabras o que más bien las rechaza. Reencontrarse con la pareja, con su propia imagen, con lo que anhelaba y logró (o no) requiere de la persona la valentía de asumirse por momentos perdida, angustiada y confundida. Momento que puede llevar a un camino de construcción (de identidad, de vínculos, de elección) o de destrucción.

Lo importante es que en algún momento la persona blanquee su problema y pida ayuda o, si esto no ocurre, que sea la familia la que la acompañe a asumirse con un problema que tiene recuperación.

El juego compulsivo se presenta como una solución durante un tiempo, para el dolor. Las mujeres dicen “cuando juego me olvido de todo”.

Comentarios editor@mundovideo.com.co

 


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