En caso de que no lo sepa, hay un nuevo término que cobra relevancia en el idioma inglés: FOMO (fear of missing out), que significa “miedo de perderse algo” y ya se encuentra en el diccionario Oxford, que lo describe como “la ansiedad que genera la posibilidad de que un evento emocionante o interesante esté ocurriendo en algún lugar, que suele ser causada por mensajes posteados y vistos en una red social”.
A lo mejor el FOMO se ha convertido en un problema contemporáneo debido a que las cosas se mueven con mucha rapidez. Sin embargo, creo que FOMO vas más al fondo y llega a generar un miedo más profundo: el miedo de volverse obsoleto. Los humanos tememos quedar por fuera, porque nos asusta el hecho de que nos dejen atrás.
Cómo dejar de preocuparse por quedar fuera de un evento del que se enteró en las redes sociales y comenzar a actuar para evitar volverse obsoleto en su trabajo.
Como individuos, sentimos miedo de quedarnos rezagados en nuestras carreras. Un reciente estudio adelantado por Oxford Economics halló que la más grande preocupación entre los empleados es que su cargo pueda cambiar o quedar obsoleto. La mitad piensa que sus habilidades actuales no serán necesarias en tres años. Ese temor se ha expandido hasta las oficinas de los altos ejecutivos: un estudio adelantado por Adobe descubrió que el 40% de los ejecutivos de mercadeo sienten la necesidad de reinventarse, pero apenas el 14% cree saber cómo hacerlo.
Como organizaciones, tememos que nuestras industrias queden desvertebradas o que nuestras compañías dejen de ser competitivas. Los líderes empresariales encuestados por IMD creen que el 40% de los actuales operadores en cada industria será desplazado por una actividad digital en los próximos cinco años.
Se cree que en año 2025 un tercio de los trabajos serán remplazados por software, robots y maquinas inteligentes.
En la actualidad, una estrategia empresarial o una carrera pueden desactualizarse en cuestión de pocos años.
A lo mejor deberíamos aplicar una variación del FOMO en nuestras compañías y carreras: deberíamos más bien fijarnos en el FOBO (fear of becoming obsolete); es decir, el miedo a llegar a ser obsoleto. La definición para el diccionario podría ser “ansiedad de que el mundo está cambiando con tal rapidez que nuestras carreras y compañías se quedan rezagadas”.
Existen razones de peso para estar preocupados. El promedio de vida de las compañías del índice 500 Standard & Poo´s se ha reducido de 61 años en 1958 a 18 años en la actualidad. La firma de investigación Gartner predice que en el año 2025 un tercio de los trabajos serán reemplazados por software, robots y maquinas inteligentes. La productividad va en aumento, pero los trabajos y los ingresos no se han mantenido a la par.
En el pasado hemos experimentado cambios transformadores; no obstante el ritmo de dichos cambios era mucho más gradual. Hace un siglo, tuvieron que pasar varias generaciones para que la economía pasara de estar basada en la agricultura y se transformara en una actividad centrada en la industria. En la actualidad, una estrategia empresarial o una carrera pueden volverse anticuadas en cuestión de pocos años.
Entonces, ¿Qué deberíamos hacer para prevenir la obsolescencia? Esta es una pregunta nada fácil de contestar. Uno no puede arreglárselas con el FOBO con solo actualizarse en lo que hace. Lo primero que debemos hacer es actualizar la forma en que pensamos. Si cambiamos lo que hacemos sin cambiar nuestra forma de pensar, de manera natural cambiaremos nuestras acciones. Entonces la pregunta real aquí es ¿Cómo deberíamos pensar para prevenir la obsolescencia?
Los modelos mentales son las maneras (principalmente inconscientes) en que le damos sentido al mundo que nos rodea.
Si actualizamos nuestros modelos mentales, podremos ser más resilientes, estar más relajados y ser más relevantes.
En épocas de grandes transformaciones no solo nuestras habilidades, herramientas y prácticas caen en desuso. De forma más fundamental, nuestros modelos mentales se desactualizan, se vuelven ineficaces, engañosos o incluso peligrosos.
Los modelos mentales son las maneras (principalmente inconscientes) en que le damos sentido al mundo que nos rodean. Estos modelos determinan lo que vemos y lo que no vemos, y nos ayudan a conectar la causa con el efecto. Por ejemplo, el modelo mental típico para solucionar un problema nos hace buscar qué hacer en lugar de llevarnos a cómo pensar.
Un modelo mental es como un mapa de GPS (sistema de posicionamiento global) que nos indica la ruta para llegar al destino deseado. Cuando las cosas están estables, simplemente digitamos las nuevas coordenadas para obtener la ruta que necesitamos seguir. Pero cuando cambia el panorama, nuestros mapas mentales se hacen obsoletos; nos encontramos haciendo giros equivocados y terminamos perdidos o confundidos.
Infortunadamente, no podemos actualizar los mapas en nuestra cabeza tan fácilmente como lo hacemos en nuestros dispositivos móviles. Estos modelos son como hábitos mentales, y los hábitos no cambian de la noche a la mañana. Un cambio verdadero requiere tanto de aprender como de desaprender. El proceso es menos apareció a un adolescente aprendiendo a manejar y más semejante a un turista en Londres que intenta conducir un auto por el lado “contrario” de la carretera.
Investigaciones sobre diseños de hábitos nos indican que la clave para aprender cualquier comportamiento nuevo es ajustar los disparadores correctos y dar pequeños pasos. Los mismos principios aplican para los hábitos mentales. A continuación algunos pocos para comenzar:
1. Cuando alguien plantea un problema, note su tendencia a preguntar de inmediato:” ¿qué deberíamos hacer?”. En lugar de proponer:” ¿Cómo deberíamos pensar?”. Usted jamás debería tratar de solucionar un problema con el mismo esquema mental que lo creó.
2. Cuando esté organizando una actividad, revise que todos estén alineados en pensamiento antes de lograr que todos estén alineados en la acción. El hecho de que las personas usen las mismas palabras no significa que estén empleando los mismos modelos mentales. Cuando alguien dice ”marca”, ¿a qué se está refiriendo: al logo de la organización, a su reputación o a su experiencia?
3. Cuando lea algo sobre compañía exitosa, asegúrese de no estar intentando imitar sus acciones. En lugar de ello, indague sobre cómo está pensando la compañía. La clave para llegar a ser el “Uber” de algo no es crear otra aplicación que permita un servicio, sino más bien aplicar plataforma de pensamiento.
4. Cuando esté tomando decisiones, no se confíe demasiado en las “mejores prácticas”. Por definición, una mejor práctica es una herramienta o un enfoque derivado de un modelo mental anticuad. En lugar de ello, busque “próximas prácticas”. Analice el pensamiento que hay detrás de cada mejor práctica y aplique los principios a su propia situación.
El miedo a quedar obsoleto es real e inevitable. Afortunadamente no estamos destinados a convertirnos en unos dodos digitales. Y esto es porque no somos nosotros los que nos hemos vuelto obsoletos; son nuestros modelos mentales. El dodo (esa ave extinta) no pudo aprender a volar, pero nosotros sí podemos cambiar nuestro pensamiento y crear nuevos hábitos mentales. Si actualizamos nuestros modelos mentales, podremos ser más resilientes, estar más relajados y ser más relevantes. Todo esto nos dará más tiempo para revisar nuestras cuentas en los medios sociales y asegurarnos de que no estamos quedando por fuera de nada.
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