En el mundo empresarial existe una verdad incómoda: las compañías no quiebran por falta de utilidades, sino por falta de liquidez. Las cifras contables pueden mostrar rentabilidad, pero si no hay efectivo disponible para pagar nómina, proveedores o impuestos, la operación se paraliza. De allí que los empresarios más experimentados insistan en que “cash is king”.
La diferencia entre utilidad y caja
El error más común es confundir utilidad con flujo decaja. Una empresa puede mostrar ganancias en su estado de resultados, pero al mismo tiempo tener problemas para cubrir obligaciones inmediatas. Ejemplo clásico: vender a crédito con plazos de 90 días mientras los proveedores exigen pago a 30. En papel hay utilidad; en la práctica, un hueco de liquidez. El gráfico a continuación muestra un ejemplo de cuatro semanas de operación. Aunque en la semana 3 se observa un flujo positivo, las semanas 2 y 4 registran déficit, lo que demuestra que no basta con facturar: el control de caja debe ser constante y anticipado


