En tiempos donde todo parece materia de especulación pública, incluso el juicio contra un expresidente como Álvaro Uribe Vélez genera preguntas insólitas: ¿por qué no se puede apostar legalmente en Colombia sobre si será declarado culpable o inocente?
Aunque suene trivial, la pregunta refleja el cruce entre entretenimiento, política y percepción ciudadana. En otros países, las casas de apuestas han llegado a ofrecer cuotas sobre elecciones, ganadores del Nobel o incluso rupturas reales. Pero en Colombia, las cosas son distintas: el marco legal no lo permite, y quizás sea mejor así.

La regulación colombiana es clara. A través de Coljuegos, solo están autorizadas apuestas sobre eventos como partidos deportivos, sorteos, loterías o juegos de azar con reglas predeterminadas. Un proceso judicial en curso no califica bajo ninguno de esos criterios. Más aún, apostar sobre un fallo judicial podría interpretarse como una forma de presionar, deslegitimar o banalizar el sistema penal.
Desde el punto de vista empresarial, ninguna casa de apuestas con licencia legal en Colombia —como Wplay, Rushbet o BetPlay— se arriesgaría a abrir un mercado de ese tipo. El riesgo reputacional sería enorme. ¿Quién querría estar asociado a “apostar sobre la justicia”? ¿Y si el resultado influye en la opinión pública o genera violencia?
Claro, si alguien quiere apostar sobre Uribe, probablemente lo hará por fuera: en Telegram, grupos privados, sitios sin licencia. Pero ese no es un juego limpio. Es un mercado sin reglas, sin garantías y sin responsabilidad.
La justicia no es una ruleta. Convertirla en espectáculo o en objeto de apuestas solo contribuye a la erosión de la confianza institucional. Que existan ganas de “jugarse un billete” sobre un caso tan delicado no habla mal del jugador: habla del vacío cultural que tenemos sobre el respeto al debido proceso.


