Francia aceleró su lucha contra la pandemia del COVID-19 con un confinamiento a partir del domingo pasado en todo el país y durante un mes que se acompañará del cierre de los colegios durante hasta cuatro semanas en el caso de la educación secundaria.
Así lo anunció el presidente, Emmanuel Macron, en su séptima intervención solemne ante los ciudadanos desde que en marzo de 2020 afirmara "Estamos en guerra", y que cada vez ha servido para comunicar nuevas restricciones para intentar frenar la covid-19, que ya ha provocado 95.667 muertes.
Además de un toque de queda general de siete de la noche a seis de la mañana, en 19 departamentos, incluido el parisino, había hasta este miércoles restricciones reforzadas, como la prohibición de viajar entre zonas afectadas o la necesidad de justificar salidas a una distancia superior a los 10 kilómetros desde el domicilio.
Esas limitaciones, que incluyen el cierre de comercios no esenciales, pasan a estar en vigor a partir de este domingo en todo el país y durante cuatro semanas, aunque el veto a los viajes internos comenzará desde el lunes.
En total, habrá 150.000 comercios cerrados, incluyendo casinos y juegos de suerte y azar, con un coste estimado de 11.000 millones de euros al mes, según los cálculos del Ministerio de Economía y Finanzas.
El presidente admitió que la circulación del virus, con variantes más contagiosas, se mantiene de forma activa y se ha acelerado estas últimas semanas, de forma que el dispositivo en marcha ha resultado insuficiente.
Macron, que hasta ahora se había resistido a un tercer confinamiento, finalmente ha aceptado esta versión más suave tras las advertencias de responsables hospitalarios, que esta semana avisaron de que al actual ritmo tendrían que rechazar a pacientes en intensivos por falta de medios.
A partir de mediados de mayo comenzará bajo ciertas condiciones la reapertura de las terrazas de bares, casinos y restaurantes.


