Algunos expertos internacionales consideran que las crisis cuando son manejadas correctamente, se convierten en excelentes oportunidades para mejorar, toda vez que permiten romper paradigmas y proyectar a niveles insospechados a empresas, conglomerados o comunidades enteras.
La clave de todo está en el grado de coordinación que se logre entre los diferentes actores que intervienen en los respectivos procesos.
Lo anterior nos indica, que ante la difícil situación que afronta a la industria en nuestro país por la desaceleración de su economía, los conflictos internos y externos, la pugnacidad partidista, la informalidad laboral y el desánimo cada vez más generalizado en sectores fundamentales para el desarrollo integral de la nación, se hace imprescindible una real concentración entre la sociedad civil y los entes del estado, que nos permita empujar hacia el mimo lado.
“Los pactos contra la ilegalidad que está impulsando coljuegos entre alcaldes y gobernantes, podrían constituirse en el escenario ideal para que los funcionarios del ente regulador de los juegos de suerte y azar les haga ver a los mandatarios locales que no pueden ir contra la corriente”
Por más omnipotentes que se consideren (los alcaldes), deben acatar el ordenamiento jurídico y, que un acuerdo municipal como los es el plan de ordenamiento territorial, no puede estar por encima de normas superiores, como son la ley y la propia constitución nacional.
Si cada sector cumple con lo que le corresponde y recibe la colaboración de los restantes, encontraremos la senda definitiva del éxito en beneficio de la patria, generando empleos productivos y desarrollo social, a la vez garantizamos los recursos necesarios para la salud, lo que a su vez nos permitirá poner fin a los dantescos paseos de la muerte y los fatídicos cierres de hospitales y centros de salud.
La concentración es una verdadera necesidad y todos deberíamos convertirla en un propósito impostergable.
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