La multinacional española Codere empezó 2014 amenazada por la quiebra y la crisis tiene en alerta al mundo político de la provincia de Buenos Aires, donde la empresa lidera el negocio de los juegos de azar. Tanto el gobernador Daniel Scioli como sus opositores -y también la Casa Rosada- siguen de cerca el asunto, en medio de crecientes versiones sobre las derivaciones que podría tener un eventual derrumbe de la firma.
La difícil situación de Codere se agravó por la falta de liquidez de su filial argentina , de donde en los tres primeros trimestres de 2013 provino el 40% de sus ingresos globales. El impedimento para repatriar capitales de su principal mercado es uno de los grandes lastres para una compañía agobiada por las deudas.
El 3 de Enero, Codere anunció que solicitaba el "preconcurso de acreedores", ante la imposibilidad de cumplir con un vencimiento de 127 millones de euros, que ya había renegociado en julio con el ingreso de fondos de alto riesgo. Anteayer consiguió oxígeno: en un comunicado remitido a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), explicó que aceptaba una propuesta de sus acreedores para extender por 30 días los plazos de pago (con aumento de intereses).
Pero el precipicio sigue ahí. En Buenos Aires, la situación preocupa, pero aún no genera alarma, según confiaron cerca del gobernador Daniel Scioli. Como sea, sólo en este año aportó 260 millones de dólares en impuestos y tasas por su actividad en la provincia y cuenta con centenares de empleados.
En la empresa no dan precisiones sobre qué medidas tomará en esos 30 días para evitar el default, pero no niegan que la venta de activos es una de las opciones evidentes. Desde hace casi un año se especula con que Codere puede salir de la Argentina, aunque en ese período negoció con el gobierno de Daniel Scioli la extensión de las licencias de sus salas en Lomas de Zamora, Lanús, La Plata, San Martín y Mar del Plata, en algunos casos hasta 2031. En territorio bonaerense, Codere maneja 14 bingos que cuentan con 6304 puestos de máquinas tragamonedas. Allí obtuvo ingresos por 448 millones de euros en los primeros nueve meses de 2013. Sus ganancias cayeron un 35% respecto del mismo período de 2012.
Ante la CNMV, el grupo español adjudicó su crisis a "tensiones de tesorería" producidas por factores como la renovación anticipada de las licencias de juego en Buenos Aires y la merma de jugadores que significó la aplicación de la ley antitabaco en la Argentina, entre otros problemas. Pero el mayor inconveniente -que ha admitido en ámbitos informales- es el cepo al giro de dividendos impuesto por la Casa Rosada. La familia Martínez Sampedro, controlante de la empresa, llegó a renovar su cúpula en la Argentina en busca de complacer al kirchnerismo, sin resultados positivos aparentes.
Frente a los rumores de una salida del país, el diputado opositor (mandato cumplido) de la Coalición Cívica Walter Martello, pidió que Scioli intervenga las salas que explota Codere y se avance hacia su estatización. Argumentó que está en riesgo el trabajo de cientos de empleados. En sectores del kirchnerismo provincial, por su parte, señalan que la Presidenta ordenó estudiar de cerca la situación y, eventualmente, promover la estatización de los 14 bingos.
Pero fuentes del gobierno provincial indicaron que la empresa hizo saber sobre los problemas para movilizar dividendos ,pero que no planteó como alternativa una rescisión de sus concesiones. "Estamos atentos a cómo evoluciona la situación, pero por el momento no se está analizando ninguna medida al respecto", indicó una alta fuente de la administración bonaerense.
Desde que el año pasado empezó la crisis, siempre se señaló al empresario Cristóbal López como un posible interesado en quedarse con el negocio y entrar así al territorio bonaerense, hasta ahora vedado para su imperio. Pero en su entorno niegan tajantemente el interés. Mientras tanto, en Madrid, los directivos de Codere analizan la posible reestructuración de sus activos. Salir de la Argentina está entre los planes posibles, pero en la compañía lo matizan: no sólo sería abandonar su mayor mercado, sino que nadie garantiza que vayan a poder repatriar lo obtenido por la venta.


