Declaro el valor real de la compra y soporto lo declarado con facturas que me envían los respectivos comercios con el fin de pagar el arancel correspondiente.
Cuando la mercancía ingresa a Colombia debe pasar por la aduana en Bogotá. Sin embargo, en repetidas ocasiones me han notificado que el valor declarado no es real, que según el funcionario de la Dian el producto cuesta mucho más de lo que se declara. El hecho de tener un soporte de factura de compra no importa, lo que sí es el punto de vista del funcionario que a ojo o mirando posibles precios en internet le pone un precio a la mercancía.
Compara precios con diferentes establecimientos sin saber si fue una oferta especial online o si en el comercio puntual donde se efectuó la compra maneja un precio especial.
El funcionario de la Dian con sus superpoderes y su superconocimiento global del mercado y de los precios internacionales se convierte en un juez que determina el precio de los productos y dice si es diferente al que está soportado por las facturas entregadas por el comercio.
Muchas veces eleva el precio y genera un retroceso en todo el proceso de envío, generando sobrecostos que me han llevado a pensar en abandonar la mercancía, aunque finalmente no lo he hecho.
No he abandonado la mercancía en ninguna ocasión porque tal vez esa sea la intención del funcionario: que desista del producto que a él le gustó. La situación me lleva a pensar que no hay otra razón para que con soporte en mano un ciudadano como cualquier otro tome decisiones arbitrarias, sin argumento alguno, simplemente con su superpoder de funcionario de la Dian. Para mí esto es un abuso de poder.
El ciudadano pierde. De hecho, pienso que siempre perdemos en este país corrupto, donde los funcionarios públicos no cumplen con las competencias para el puesto y no son idóneos para ejercer los cargos.
He visitado varias entidades del Estado y he logrado evidenciar que existen personas que a duras penas saben leer y escribir, pero son amigos de, hermanos de, amantes de, y eso es suficiente en este país para poder ser bendecido y afortunado.
Los problemas con la declaración de renta…
La desconfianza de los contribuyentes hacia la Dian y sus servicios informáticos continúa. En menos de un mes el sistema tecnológico de la entidad se ha caído dos veces y las protestas, con justa razón, no se han hecho esperar .
«Es imperdonable que a la Dian se le “caiga el sistema” en plena época de declaración de renta. No puede ser que simplemente se “caiga el sistema” en el primer año de un Gobierno que ha prometido la modernización de esta entidad y la digitalización de los tributos para hacerse más eficiente. Si bien la reacción a tal insuceso ha sido oportuna, sigue el aire de desconfianza en la Dian y sus obsoletos sistemas. », afirmaba el editorial del diario La República del 13 de agosto de 2019.
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