Muchos empresarios tienen este fin de año la oportunidad de cambiar de actividad o porque no, piensan en transformar el tipo de empresa que han venido manejando hasta el momento .
Las empresas podrían concebirse como seres vivos, porque su ciclo de vida es muy parecido. Nacen, cuando son creadas. Crecen, cuando se desarrollan. Se reproducen cuando se crean sucursales o cuando adquieren otras instituciones. Por último, mueren o son absorbidas por empresas mucho más grandes. Ésta última etapa, es decir, la que tiene que ver con la quiebra de las empresas es un tema que preocupa recurrentemente a directivos y empleados.
Podría decirse que ninguna compañía está exenta de sufrir alguna clase de problema ya sea financiero, económico, de imagen pública, etc, que las lleve a la difícil situación de verse enfrentados a declararse en banca rota.
Teniendo en cuenta lo anterior, una empresa debe aprender a diagnosticarse constantemente para prevenir sorpresas desagradables en el futuro. Lo primero que debe hacer es revisar el escenario financiero, el primero que da luz roja de que la compañía está en problemas, ya que la contabilidad es la herramienta principal para determinar su estado ante terceros, partiendo del escenario financiero, donde también se revisa el movimiento y la aceptación de sus productos en el mercado.
Luego se hace necesario evaluar la carga prestacional. Si los directivos determinan que esta no se puede seguir sosteniendo, es el momento de pensar qué hacer.
Posteriormente, la empresa elabora una estrategia para solventar la crisis. Este momento es decisivo, por cuanto se define si se va a iniciar un proceso de liquidación o acogerse a la Ley 1116 de 2006 (que contempla una reestructuración de la compañía), la cual remplazó a la ley 550 del 99. El siguiente paso luego de realizar el diagnóstico internamente es acudir al especialista. Por ejemplo, si las ventas cayeron ir al área de ventas para determinar cuáles fueron las razones de la disminución. Después de que se analiza la razón o el punto foco del problema, se determina la viabilidad de la compañía, es decir, si está ya demasiado "enferma" o si puede salvarse mediante un proceso de reestructuración dejándonos con dos escenarios: uno pesimista y el otro optimista.
En este punto entra en cuestión la Superintendencia de Sociedades, entidad que finalmente determina cuál de los dos procesos debe empezar la empresa.
La Supersociedades asigna un promotor en caso de que se determine un proceso de reestructuración. "El promotor analiza las estrategias presentadas por la empresa, este acompaña a la compañía en todo momento y se asegura que se den los resultados esperados en el caso de la insolvencia. Por otro lado, en el caso de la liquidación, la Superintendencia nombra a un liquidador y junto con el representante legal de la compañía, el contador y el revisor fiscal inician el proceso de liquidación y cierre final de la empresa" Cuando se empieza el proceso de reestructuración se debe realizar una reunión con los acreedores para determinar las posibilidades y planes de pago que debería hacer la firma. Éstos, a su vez, deciden si están dispuestos a esperar el tiempo necesario que le tome a la empresa cubrir sus deudas o si manifiestan su preferencia porque la compañía vaya a liquidación y de ahí se puedan saldar sus deudas.
En orden de importancia, la Dian es otra de las entidades que tienen poder decisorio en la liquidación. La función de esta entidad es mirar los activos de la empresa y otros aspectos similares. Los empleados también juegan un papel importante en el proceso, así como los bancos y los acreedores, que ya fueron mencionados. "Si entre todos los actores ven viable el proceso de reestructuración, entonces éste tendrá lugar. De lo contrario, debe someterse a liquidación forzosa".
Funciones del promotor
El promotor designado acompañará entonces a la empresa durante todo su proceso, que podría llevar al menos 5 años hasta su total recuperación y reingreso al mercado. De igual forma, deberá seguir evaluando la empresa por un tiempo. Cuando el escenario negativo prima y la empresa debe someterse a cierre, el liquidador es el encargado de realizar el proceso.
"La Superintendencia destituye al representante legal y le dice que a partir de la fecha debe entregar al liquidador todas las cuentas y libros relacionados al negocio para que el empiece a trabajar en los próximos 30 días a partir de la fecha el inventario. También ordena suspender toda actividad para que se liquiden todos los activos y pagar a los acreedores.
"La legislación comercial tiene establecido que cuando una empresa ha perdido más del 50% del valor de su patrimonio entra en causal de disolución".