ADS-1A
  • Mi Cuenta     Crear Cuenta
  • English Version
ADS-2A
Logo MVE
ADS-2B
MIS FAVORITOS
Debes tener una cuenta ( Grátis ) para poder agregar cualquiera de nuestras publicaciones en esta zona de favoritos y asi encontrarlas rápidamente

ACCESOS DIRECTOS
Cargando...
ADS-30

Hasta el Vaticano y el Papa se han financiado con el juego

Fecha de publicación: 2012-11-10
Hasta el Vaticano y el Papa se han financiado con el juego

INFORME ESPECIAL

Una historia bien, bien interesante . Disfrutela.

El juego como actividad recreativa que busca el entretenimiento y la diversión ha sido una constante en la historia de la humanidad. En todas las sociedades, los hombres han encontrado en él una fuente de placer, una alternativa para la utilización del tiempo libre y un vehículo para la socialización y el vínculo con los demás.

Evidencias arqueológicas, como las del museo de Bagdad, en Irak, que conservaba piezas de hueso halladas en su territorio, datan de 2450 antes de Cristo, y dan cuenta que babilonios, chinos, indios y egipcios fueron los primeros en practicar muchos de los juegos que conocemos en la actualidad, como dominó, go, ludo y backgammond.

 

De la misma manera, en todas las épocas y culturas, las apuestas de bienes o de capital aparecen como una de las diversas formas que adopta el juego, aun cuando han existido prohibiciones al respecto, que posteriormente fueron abandonadas.

Entre las normativas represivas que se pueden citar, se encuentran la de los romanos y la de los griegos, en la Edad Antigua (ya sea en el Digesto o las leyes Ticia, Publicia, y Cornelia), y la de los italianos y españoles, en la Edad Media, que sancionaban severamente las apuestas, debido a que se solían generar disputas entre los jugadores, por el pago de las deudas contraídas. Ante la imposibilidad de desterrar el juego por dinero –a pesar de las duras penas a los infractores–, Carlos III, en 1763, estableció en la Villa de Madrid una Lotería de Beneficencia, cuyos recursos se destinaban a satisfacer diversas necesidades sociales, a través de hospitales y obras publicas. Mucho antes en el tiempo, el imperio babilónico, a través del código de Hammurabi, convirtió los sorteos en reserva fiscal e impidió toda lotería ajena al templo o al palacio.

Una vez que han asumido que el juego es una expresión connatural del ocio en los seres humanos y que como tal no es posible ser modificada, los Estados han regulado la actividad y destinado su producto a financiar necesidades sociales, y aunque esto hoy en día es una verdad evidente, sus orígenes históricos han sido poco documentados y se remontan al antiguo egipcio e incluye, para sorpresa de algunos, al propio vaticano quien por casi un siglo encontró en el juego una fuente de financiación.

 

De la edad antigua al siglo XVII

Los sorteos de lotería son los primeros juegos de azar de la historia en los que una colectividad de apostadores compiten entre sí para quedarse con un premio conformado por un bote común de dinero que es colocado por todos ellos, y aunque el monto de los premios ofrecidos en los sorteos de lotería suele ser muy elevado, hay que advertir que una gran tendencia que se observa es que debido a las muy bajas probabilidades existentes para ganarlos, generalmente han terminado engordando las arcas de monarquías y de gobiernos que los han destinado a las más diversas finalidades a lo largo de la historia.

Así, se sabe que hacia el año 1.750 a.C. el emperador babilónico Hammurabi dictó el milenario Código de Hammurabi en el que prohibió todos los sorteos de rifas y de loterías que se realizaran por fuera de los templos autorizados, y de este modo ese emperador recuperó el monopolio sobre esos sorteos y sobre los dineros recaudados a través de los mismos, dineros que se convirtieron en un importante recurso para las arcas del reino de Babilonia. También existen evidencias históricas de que distintos faraones del antiguo Egipto en su momento organizaron sorteos para recaudar dineros destinados a la reconstrucción de los sistemas de riego de la tierra en torno del río Nilo, o para armar adecuadamente al ejército egipcio cuando tenían que someter a otros pueblos, o para concluir la construcción de algunas de las pirámides.

En la antigua China entre los años 205 y 187 a.C. la Dinastía Han organizó sorteos de Keno con el propósito de recaudar dineros para la conclusión de las obras de la Gran Muralla China. En el Imperio Romano durante los festejos de los Saturnales celebrados cada año en el mes de diciembre era una tradición que las familias más pudientes organizaran y participaran en pequeñas rifas mediante las cuales se entregaba como premio algún bien muy valioso (una capa con bordados de oro, una joya preciosa, una espada con incrustaciones, un banquete, etc.), y en el siglo I el emperador Augusto tuvo que organizar un sistema de lotería similar pero orientado a la participación masiva del pueblo con el propósito de recaudar dineros destinados a la conclusión de diversas obras civiles de la ciudad de Roma.

Las evidencias indican que todos estos sorteos de lotería de la Antigüedad se caracterizaron por entregar como premios básicamente objetos valiosos y no sumas de dinero.

Durante la Edad Media las rifas y las loterías desaparecieron en Europa, debido a la condena moral que el dogmatismo clerical impuso desde Roma contra todos los juegos de azar y contra toda forma de vicio que condujera al pecado. Sólo entre 1430 y 1450 los sorteos de lotería resurgieron impulsados por los monarcas y regentes de distintas ciudades de los Países Bajos tales como Sluis, Ghent, Utrecht y Brujas, sorteos que fueron organizados con el propósito de recaudar recursos para la fortificación militar de esas ciudades y para ayudar a los pobres o enfermos. Precisamente, el primer sorteo de lotería de nuestra era que entregó un premio de dinero en efectivo se organizó en 1445 en la ciudad de L'Ecluse (Países Bajos), y se realizó mediante la venta de más de 4.000 tiquetes y entregó un premio de 1.737 florines.    La lotería se popularizó bastante entre los habitantes de los Países Bajos, y por eso no resulta extraño que los gobernantes de ese país hayan sido los primeros en plantear la posibilidad de autorizar el funcionamiento permanente de los sorteos de lotería como una fuente de recaudo de recursos fiscales para el sostenimiento de obras públicas, la construcción de caminos, diques, puentes y puertos, la atención de orfanatos, la ayuda a los pobres y enfermos, etc.

Con el tiempo este último criterio se impuso y comenzó a ser imitado primero en Francia, cuando el rey Francis I (1494−1547) autorizó en 1520 un sorteo de lotería para recaudar recursos fiscales destinados a armar adecuadamente sus ejércitos que combatían contra los de Carlos V de España por la corona imperial.

Luego en Inglaterra la reina Elizabeth I (1533−1603) autorizó que unos intermediarios desde 1566 comenzaran a vender tiquetes de lotería para un sorteo que finalmente se realizó en 1569, recaudando así importantes recursos fiscales para la construcción de una flota naval con la que Inglaterra comenzó a ganar predominio militar sobre los 7 mares y sobre la economía internacional (es el periodo de esplendor conocido como la «Época Isabelina»). Teniendo en cuenta este exitoso precedente, el rey James I de Inglaterra (1566−1625) en 1612 autorizó el funcionamiento de una lotería para recaudar dineros que eran administrados por la Virginia Company of London con la finalidad de proveer de recursos a los colonizadores que llegaron a habitar los territorios de la colonia de Virginia en Norteamérica.

Durante el siglo XVII  en Inglaterra diversos emprendedores y especuladores privados comenzaron a realizar sorteos de rifas y loterías que la mayoría de las veces se asemejaban a contratos de seguros que prometían la entrega de una suma de dinero dependiendo de la ocurrencia de ciertos riesgos fortuitos,  y en 1694 bajo la autorización oficial de la Corona se creó la English State Lottery (Lotería Estatal Inglesa) que funcionó por 250 años.

 

Juegos de azar también financiaron al Vaticano

A pesar de cómo ya vimos la propia iglesia prohibió moralmente los juegos de azar durante la edad media, en los últimos meses han sido revelados documentos del Archivo Vaticano que contienen la vieja relación del Estado Pontificio con el juego.

En efecto, el Vaticano pensó en financiarse con los ingresos del juego, fue precisamente, el Estado Pontificio en los albores del 1700. La historia recuerda que corría el siglo 17 cuando los papas prohibieron el loto, considerándolo como un proceso corruptor de la moral y causa de peleas, además de generar tráficos ilícitos. Sin embargo, decidieron en esos años hacer la vista gorda a una extracción de premios muy popular que consistía en una especie de lotería, en la cual participaban 90 números.

El siglo 18 fue un período de gran crisis y problemas diversos en los balances del Vaticano, muy similares a los que hoy en día afectan a los países europeos. Fue así que el Papa Inocencio XIII el 9 de julio de 1721, luego de muchos debates y tras la aprobación por parte de una especial congregación de teólogos, emitió lo que se conoce como quirógrafo (es decir un documento escrito y firmado de puño y letra) "que permitía el juego del loto en el Estado Pontificio, o mejor aún, consentía las jugadas en las extracciones que se hacían en otras ciudades italianas".

Al narrar la historia de aquello que de una necesidad se hizo virtud y que obligó a los Papas a aceptar el "demonio del juego", lógicamente con fines dignos (se financiaron hospitales, misiones apostólicas, parroquias, etc.), fue Francesco Colzi, un investigador de la Universidad de Cassino, en la provincia italiana de Frosinone, en su obra titulada "El Juego del Loto y Las Políticas Asistenciales Pontificas en el 700", que ahora se publicó en la revista Archivos y Cultura, presente en el archivo estatal romano dedicado al juego en el Estado Pontificio en los siglos XV al XIX.

"A fin de evitar contestaciones sobre la deontología del Estado -dice Colzi-, y, siguiendo una praxis consolidada para la recolección de los tributos, la gestión de la actividad fue dada por contrato a privados".

El Papa Benedicto XIII, cuatro años después, suspendió todo pero Clemente XII en 1731 tuvo un "motu propio" (un documento de la Iglesia emanado por el Papa por su propia iniciativa y autoridad), y restauró las apuestas. Pero lo hizo con un nuevo sistema, ya que eliminó a los privados del negocio, y la Cámara Apostólica obtuvo el control del juego a través de la "Impresa Generale de Lotti", una suerte de ente regulador y de gestión.

Al inicio, las extracciones se realizaban en el Palacio del Campidoglio (hoy sede del gobierno italiano, y en aquellos tiempos del Papa), luego fueron trasladadas a la Curia Innocenziana en Plaza Montecitorio.

En pocas palabras, cuatrocientos años atrás un Estado asumía la responsabilidad de la gestión del juego, y lógicamente, obtenía indudables beneficios. Un dato significativo es que en los edictos papales, se ponía de manifiesto que la ganancia obtenida por los números afortunados brindaría a aquellas jóvenes solteras de escasos recursos, una importante dote para poder realizar su sueño matrimonial. No hay que olvidar que antiguamente, las mujeres o su familia, debían aportar al futuro cónyuge una suma de dinero para contraer matrimonio.

"La Santa Sede una vez tomado el camino del uso del juego no tuvo más dudas. En oposición, debatido, discutido y tolerado por último, el loto fue la piedra angular de la financiación de las políticas de bienestar de la Iglesia y del entero sistema del Estado Papal hasta 1870".

A pesar que la evidencia histórica demuestra que la relación juego- estado ha redundado en beneficios para las sociedades y los estados, no deja de sorprender el anacronismo y la miopía de algunos gobiernos que tras siglos de historia siguen prohibiendo los juegos de azar.

Comentarios editor@mundovideo.com.co

ADS-32

¿Cómo te parecio este articulo?
Este articulo me gusta
0%
Este articulo no me gusta
0%
Este articulo me encanto
0%


Otros artículos del Autor


ADS-33
ADS-36
ADS-37
Cerrar ventana
ADS-3A
ADS-3B
>> Cerrar X
>> Cerrar [ X ]
ADS-25
Hablemos!